Día a día, mes a mes y sobre todo año a año, todos y cada uno de nosotros experimentamos cambios, unas veces para hacernos más sabios, otras más idiotas y otras simplemente más viejos. Es ley de vida, irremediable e imparable.
Es normal, desde la infancia nos movemos en un mismo marco de gente, los compañeros del colegio. Unos vienen y otros se van, pero más o menos se mantiene un equilibrio hasta el momento de la diversificación. A punto de acabar, cada uno elige su camino, surgen diferencias de intereses e ideológicas cada vez más pronunciadas, por decirlo de alguna manera, cada uno ya ha elegido más o menos cuál va a ser el cauce que encaminará su vida.
Ya en otro marco más cercano, en un mismo grupo de amigos se marcan cada vez más diferencias. Que si uno se echa novia, que si el otro se va a estudiar fuera, que si el otro descubre un nuevo ambiente que le gusta más... Miles son los motivos para acentuar las divergencias.
Y entonces llega el momento en el que te ves solo ante un mundo en constante cambio, ya no un mundo, si no un entorno. A tu alrededor has visto a muchas personas que igual que han llegado, se han marchado de tu vida y unas veces nos importa pero otras... Otras veces nos importa un bledo, incluso nos alegramos de que se larguen.
Y esto es lo más normal, si no lo hemos vivido aún, ya lo viviremos. Pasa día a día y ni siquiera nos percatamos de los múltiples cambios que se dan a nuestro alrededor y creemos que nosotros mismos permanecemos inmóviles en estas constantes variaciones, pero no. Quizás nosotros hemos cambiado antes que el resto y por eso nos damos cuenta del antes y del después de los demás. Quizás somos nosotros los que estamos en proceso de cmabio. Es deprimente, porque perdemos a la gente que nos importa, pero o nos adaptamos a esta ley de vida o nos quedamos atrás. Si nos estancamos, no progresamos. No podemos tratar de permanecer inamovibles, es cuestión de supervivencia, y es duro ver cómo los demás dejan de ser la gente que conocimos.
La cuestión es que estamos solos ante el mundo y que, como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Con esto quiero decir que, Cada uno va mirando para sí mismo, a ver qué le conviene o no, cada vez somos más egoístas y menos altruistas, los intereses de los demás nos importan cada vez menos. Hacemos algo si para nosotros supone un beneficio, pocos son los que practican la empatia.
Probablemente, nada más leer este último párrafo muchos se pondrían a despotricar y a gritar como posesos: "NO, YO NUNCA HARÍA UNA COSA ASÍ!!!!" Pues todo aquel que haya pensado una cosa parecida no es más que un hipócrita, porque en la naturaleza huma está como tendencia principal el egoísmo y sobre todo no reconocerlo. Unos lo son más que otros pero, ¿Quién va a tener más razón que nosotros? Rara vez aceptamos nuestros errores y vivimos para fijarnos en los errores de los demás.
Solo digo que si en vez de gastar toda esa energía que gastamos en ser críticos con las actuaciones de los demás la gastáramos en criticarnos a nosotros mismos e intentar hacer mejor las cosas, lo único que haríamos sería simplemente lo mejor, pero claro, aquí todos somos muy orgullosos como para reconocer que nos hemos confundido.
Creo que el origen de este gran problema de la humanidad reside en que no sabemos escuchar al que está hablando. Además es típico español la ley del más fuerte, "quien más grita es el que más razón tiene". Esto se traduce en una falta de respeto impresionante.
Constantemente me hago la misma pregunta: ¿Cómo pretendemos ser críticos y además tener la razón si ni siquiera somos capaces de escuchar lo que la persona con la que debatimos está diciendo?
Luego me voy a la televisión, programas que todos hemos visto o hemos oído hablar alguna vez, reinan los gritos y en algunos casos (normalmente cuando más deficientes son las personas que están hablando) insultos al oponente. Esa gente que está hablando en un plató y gritando, en su gran mayoría una sarta de sandeces, son "ejemplares" para los espectadores. ¡Y nos quejamos de que somos como borricos que no sabemos debatir y nos tiramos de los pelos!
Conclusión: Cada vez que creemos ser más sabios, somos más idiotas. Me gustaría resaltar la siguiente cita:
Con el tiempo adquirimos sabiduría, pero no por ello dejamos de ser unos ignorantes.Sé que con mis entradas no conseguiré acabar con la prepotencia de la humanidad, pero espero que aquellos que me lean sepan:
Si piensan como yo, que no son los únicos, que somos muchos los conscientes de que el ser humano necesita un cambio de mentalidad para que de verdad avancemos como especie.
Si por el contrario, se oponen a mi postura y sin embargo me han leído hasta el final, que existen otras formas de ver las cosas y no por ello tienen por qué ser menos respetadas, que al no tenerme de frente hablando no pueden callarme con otros argumentos, que aunque no quieran que sea escuchada, al menos nadie me va a callar y que por supuesto, al igual que yo he hecho este 15 de agosto, vosotros podéis plantear vuestro modo de ver esta misma situación.
Solo pido una cosa y espero que sea respetada, ante todo debemos ser tolerantes y tener siempre en mente que nadie es más que nadie, que todos tenemos una cabecita que piensa y cada cabeza es única, por lo tanto ninguna va a pensar igual, así que repito: Tolerancia y respeto ante todo.
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